La intuición es un segundo olfato. Te dejas llevar por impulsos esporádicos, no sabes desde dónde llegan ni qué son realmente, pero tampoco te lo planteas -queremos decir: con rigor racional exhaustivo-. Escribir sobre la intuición, si con ello trataras de conocer algo más, tal vez pudiera comprenderse como una pérdida de tiempo, aunque siempre "nos quedaría París", la ciudad del romanticismo, o fantasía o imaginación al poder... ¿Jugamos un poco?... Yo escribo y tú lees...

 

Hay dos mundos, como poco, en este que solo parece uno, basado en lo práctico, el otro, te reconforta. La Realidad A es agotadora, desde un punto de vista racional puro; la Realidad B(*) es una balsa de aceite o el Paraíso o el lugar donde se desenvuelve tu individualidad, en la morada de la intuición; ésta está en ti, lector desconocido. Yo (un arcón repleto de máscaras) soy quien tú intuyes, pero no quien dibujas con ojos personales y egocéntricos. Tú eres yo, en el momento en que lees estas letras, si es que pasas a "lo siguiente", lugar vacío de imágenes conscientes. Yo, soy tú, y sigo tus dictados, si han sido comunicados por ti al éter, universo, energía de la vida o Intuición (la contenedora de todas las intuiciones).

 

 

(*) Sustantividad o Realidad B (realidadb.webly.com).

 

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